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¿Por qué la pulsión no tiene cabida en el psicoanálisis relacional?

Cuando en el desarrollo de la teoría psicoanalítica, Freud abandona la teoría de la seducción aparta el contexto y lo sitúa en un plano secundario, la pulsión se convierte en el componente esencial de la vida mental y a partir de ahí, todo lo posterior que se añade a la teoría girará en torno a este concepto, que se entiende como tensiones corporales que tienen una representación psíquica, nuestras dificultades psíquicas brotan desde nuestro propio interior. La esencia de nuestra experiencia son las pulsiones que se van a manifestar en la sexualidad infantil, el impacto que la realidad tiene sobre estas manifestaciones las va a distorsionar, y su distorsión va a generar una serie de defensas y sublimaciones. La personalidad misma está compuesta por las tensiones corporales y sus problemas de transformación o estancamiento, así como los síntomas cuya curación implica rastrear esos deseos infantiles. 

La información que los datos clínicos van a ir aportando sobre la importancia de los otros en el desarrollo humano se irá resolviendo poco a poco a través de diferentes estrategias que hagan cuadrar lo visto en los pacientes con la teoría pulsional y que aparta a los otros cada vez más.

El desarrollo del modelo relacional y la vuelta del contexto al primer plano supone que la pulsión queda en entredicho, aunque se han seguido diferentes caminos, tratando de integrarla con las nuevas ideas en algunas ocasiones, no tiene sentido alguno hacerlo, la consideración de una mente interactiva y relacional como un marco desde el que trabajar, deja a la pulsión fuera de juego. Se ha hecho una revisión de la teoría psicoanalítica y eso implica la superación de ideas que ya no sirven y que nada aportan al trabajo con pacientes. No consideran que en nuestra mente haya contenidos innatos, se habla más bien de una matriz relacional para referirse a ese despliegue continuo de la naturaleza social humana que se desarrolla desde el nacimiento y aún antes de eso.

Como dice Mitchell en Conceptos relacionales en psicoanálisis:

«La naturaleza social del hombre le lleva a múltiples formas de relación, qué dimensiones de la infinita variedad de relaciones humanas llegan a ser centrales dinámicamente y conflictivas depende de las particularidades del contexto cultural y familiar y la constelación específica de talentos, sensibilidades y ritmos que el individuo descubre de sí mismo dentro de ese contexto». 

Se habla por lo tanto de un movimiento de doble dirección, en el que influimos y somos influidos por el contexto en el que nos ha tocado nacer, y no de conflictos que emergen de nuestro cuerpo y que se expresarán sí o sí en todas las personas de la misma forma. La pulsión es una simplificación, una forma de organizar los datos a los que tenían acceso los primeros psicoanalistas, se ha encontrado una manera mejor de organizar esos datos, no tiene sentido alguno apegarse a las teorías sino hacerlas evolucionar al hilo de los datos clínicos. Por eso hay que estar siempre más pendientes de los pacientes que de nuestras teorías, al final supone no olvidar para qué estamos aquí.

 

 

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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.

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