¿Qué necesitas descubrir para poder manejar la violencia de género en psicoterapia?

Carmina Serrano imparte una conferencia en Madrid a la que asisto, la impresión que me causa no sólo lo que dice, sino su presencia y la manera de contarnos sus propias vivencias, me animan a escribir este artículo. Para compartir con vosotros la historia de una profesional que ha trabajado con la construcción de la subjetividad, la identidad, el género y la violencia, durante toda su carrera. Los resultados de sus investigaciones y de sus esfuerzos profesionales y personales son los que ahora nos permiten sostener e integrar realidades que a todos se nos escapan, porque vivimos nadando en una cultura y en una sociedad específica con características específicas.

En concreto ella va a hablar de la violencia, de una violencia asentada en nuestro sistema social, naturalizada, difícil de ver. Así que el primer paso es ése, verla, tomar contacto con ella, como la única forma de que entre en nuestras consultas, de poder mirarla a la cara y de poder hacer algo con ella. A pesar de que se puede llegar a creer que la violencia de género es algo del pasado, que tiene que ver con ideas antiguas, nos ofrece dos datos, el aumento en 2019 del 30% de la violencia sexual en adolescentes y en la misma dirección un aumento de la violencia desde el Observatorio de la violencia de la ONU. Así que de entrada, la violencia de género ni es pasado, ni afecta sólo a ideas tradicionales de qué papeles debe y no debe desempeñar la mujer en la sociedad.

Os pongo un ejemplo sobre algo que escuché en un encuentro con otros compañeros, me pareció muy clarificador. Compartía con nosotros una colega la experiencia de cómo a ella aún le cuesta que no le parezca reseñable e importante el ver a un padre en el parque, cuidar de su bebé, sin embargo, no le llama la atención ver a una madre, en el parque, haciendo exactamente lo mismo. Como si que lo haga él fuese algo heroico y que lo haga ella, no tuviera valor alguno porque es su deber. Este tipo de ejemplo ayuda a ver cómo a veces ese reparto de papeles se da por hecho. Carmina nos contaba cómo el consumo de ansiolíticos es el doble en mujeres que en hombres y nos contaba también el concepto de la doble jornada, es decir, mujeres que tienen un trabajo, pero al llegar a casa todo sigue a su cargo, así que no tienen un trabajo, tienen dos. Ese darlo por hecho, que es su obligación, que el cuidado es cosa de mujeres, son ideas tan insertas en nuestro entramado social que, no sólo no las vemos, sino que no somos conscientes del precio tan alto que se paga al seguirlas manteniendo.

Empieza contestando a tres preguntas:

¿Qué es la violencia?

Me hizo reflexionar sobre la violencia como concepto simplista, es fácil relacionar la violencia con lo que podemos ver muy directamente. Es el concepto típico de violencia como el uso de la fuerza con la intención de someter al otro pero esa violencia sólo es una parte, la parte visible para todos. No quiere decir que esa violencia no importe o no sea relevante, sólo que no es la única y que la violencia que no se puede ver, la que aparece naturalizada en nuestro sistema social es estructural, invisible y por ello, mucho más peligrosa. Este tipo de violencia pertenece a la cultura en la que hemos nacido y en la que nos desarrollamos como individuos. Pone un ejemplo muy revelador del concepto de la mujer como ser incompleto de Aristóteles, convirtiendo nuestra cultura en un marco que legitima este tipo de violencia, oculta en la urdimbre social, en la estratificación, en la organización y, por lo tanto, en la constitución de nuestra subjetividad.

¿Qué es el género?

Cada sociedad humana encuentra su forma de decirle a un hombre y a una mujer qué se espera de ellos por el hecho de ser hombre o mujer. La identidad de género es una construcción que se aprende de forma inconsciente, esto quiere decir que desde que somos bebés, nos indican qué debo hacer o ser por pertenecer a la categoría niño y por pertenecer a la categoría niña. Si echamos un vistazo a nuestra historia, en nuestra propia sociedad y cultura, a cada género se han ido asignando toda una serie de conductas propias del uno o del otro, esto que nos enseñan da forma a nuestra arquitectura cerebral, dice la autora, y a nuestro self. Y eso que nos enseñan ha ido cambiando a lo largo del tiempo, y no ha cambiado de la misma manera para un género y para otro. Es una realidad manifiesta que los hombres han tenido un poder mayor por serlo, el derecho de pernada en la Edad Media o el uxoricidio honoris causa hasta la reforma de 1963, son dos ejemplos claros en los que por el hecho de ser hombre se tenían una serie de privilegios legales.

Los estudios de género han permitido exponer estas diferencias, la desigualdad del sistema y cómo no tienen que ver con unas diferencias biológicas, sino que descansan sobre un marco, una estructura, un tejido que nos ve nacer y nos atrapa, haciéndonos creer que no hablamos de una construcción, sino de una realidad. Y en ese tejido está la violencia engastada, invisible, afectando a las mujeres de una forma más indirecta en algunos casos, pero igual de dañina. Dice la autora:

«El patriarcado es una organización política en la que los hombres ejercen el poder sobre las mujeres y los niños de la familia, ampliándose ese dominio a la sociedad general. Su estructura y funcionamiento se ha ido modificando a lo largo de la historia»

¿Qué es la violencia de género?

«Todo daño emocional, sexual, físico, político, simbólico y económico que se ejerce sobre las mujeres por el hecho de serlo. Está presente en las estructuras sociales y por ello es muy difícil de detectar»

Es la definición que nos da Carmina sobre violencia de género. Término que se acuña en 1998, primera causa de muerte de mujeres entre 15 y 44 años por encima del cáncer. Aporta varios datos de diferentes estudios del año 2019 sobre cómo las mujeres son víctimas de diferentes tipos de violencia en todo el mundo. Unos datos que siguen dando vueltas en mi cabeza, que así vistos, asustan y preocupan a partes iguales, que hacen entender la importancia de un cambio profundo, la necesidad de ese cambio, porque así no podemos seguir. Es vital.

No ha sido así siempre, la autora nos da una serie de datos que ayudan a entender la evolución del patriarcado, así que no tiene que ser así en el futuro. Entiendo que, para quien detenta el poder, es más fácil mirar para otro lado, tratar de justificar esto como si de una turba de mujeres enfadadas y resentidas contra los hombres se tratara, o de simplificarlo como el odio hacia los hombres o hacia lo masculino. Cuando la realidad es que todos estamos nadando en el mismo agua, el patriarcado también aporta una serie de presiones a los hombres, que también les causan consecuencias. Esto nunca fue una cuestión de odio, siempre fue una cuestión de justicia y de equilibrio.

Existen diferentes formas de violencia de género: económica, política, emocional, simbólica y sexual. Se va a centrar en las tres que pueden afectar al trabajo clínico: la simbólica, la emocional y la sexual. Os hablaré sobre estos tres tipos de violencia en el siguiente artículo y de las competencias que mide el cuestionario ARI creado por al autora y las competencias que mide, una herramienta para la psicoterapia que puede ser de mucha utilidad.

Comparto con vosotros un artículo de la autora publicado en Clínica e Investigación Relacional, que lleva por título: «Otras formas de entender el desarrollo psíquico en las mujeres. Cuestionamiento del masoquismo femenino«. Espero haber podido transmitir mi entusiasmo por el trabajo de Carmina y que eso os motive a leerlo.

Espero que te haya servido de ayuda este post.

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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.

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