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Las ideas con las que Ferenczi revolucionó la psicoterapia.

Veamos algunas de las ideas del autor.

El trabajo analítico de Ferenczi avanza y lo hace rodeado de una serie de precisiones técnicas (puedes revisar esas modificaciones técnicas aquí) que le llevarán a hablar de elasticidad en 1927. Por elasticidad de la técnica entiende esperar a que la posición del paciente o la nuestra se muestre como la más consistente, no dando por sentado que aquello que nosotros vemos es lo correcto y que todo lo que el paciente diga será objeto de duda.

La posición analítica exige el control del propio narcisismo pero también la vigilancia de las propias emociones. En general considera que el trabajo analítico supone una oscilación entre  «sentir con», autoobservación, y actividad de juicio, es decir entre lo que sucede en el paciente, la forma en la que nosotros reaccionamos a eso y cómo eso impacta en nosotros finalmente. Es desde ahí desde donde propone interpretar, siempre de forma comedida y siempre planteado como una propuesta, no como una directriz.

Conforme pone en marcha la profesión Ferenczi se da cuenta de que muchos pacientes guardan hostilidad contra él, defiende la necesidad de permitir al paciente mostrar esa agresividad, al tiempo que el analista adopta una actitud más humilde. Expresa además sus dificultades para seguir los consejos de Freud y cómo hacerlo le venía suponiendo un incremento en las resistencias de los pacientes.

Trata de poner en hechos la atmósfera psicológica, criticando la fría objetividad y pidiendo un viraje hacia una actitud amistosamente benévola, pero siempre real y sincera, no fingida. Lo único que explica el poder de la técnica activa no es la frustración sino también la relajación posterior (lo denominará principio de dejar hacer) fruto de pedir al paciente que tenga mayor libertad de movimiento. Se da cuenta de que el uso de la relajación más que de la frustración en pacientes cuyas resistencias habían hecho fracasar otros tratamientos, es más útil que la frustración, permitiendo a ambos trabajar juntos. Como consecuencia de esta relación se produce lo que él denomina neocatarsis, un estado casi de trance en el que el paciente puede acceder a recuerdos y emociones pasadas y disociadas, un momento en el que el único nexo con la realidad parece ser el analista. Este tipo de reacciones tienen sentido si consideramos que muchos de los casos que trataba Ferenczi, según podemos ver en su Diario clínico, parecen estar más cerca de una organización límite que de una organización neurótica de la personalidad. El material que los pacientes liberan tras en el estado de trance tiene que ver con recuerdos fuertemente traumáticos en su relación con otras personas.

La neocatarsis trae a escena el factor traumático olvidado por el psicoanálisis, un área de la que Ferenczi va a encargarse, llegando a decir :

“…son siempre trastornos reales y conflictos con el mundo exterior los que traumatizan o tienen un efecto de choque, y producen el primer impulso para la creación de direcciones anormales del desarrollo…”.

Alejándose de las fantasías y de lo intrapsíquico para centrarse en el mundo exterior.

Establece nuevas relaciones con los pacientes, que casi como si fuera un juego para ellos, reproducen con él las relaciones antiguas. Acaba pensando que la ternura procede de la relación madre e hijo, mientras que la perversión o la malicia, proceden de un trato cruel por parte de los adultos. Por eso propone salir al encuentro del paciente mediante la paciencia y la benevolencia. Aquí el paciente puede trabajar con nosotros porque ya no teme que la situación infantil vuelva a repetirse, sintiéndose más libre para reproducirlo.

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Considera además que cuando el paciente hace algo que nos resulta descortés o molesto, es importante expresarlo junto con la idea de que no respondemos, porque creemos que hay alguna razón para estar poniendo en marcha tal comportamiento. Se aprende siendo sincero cómo el paciente ha tenido que soportar y luego ha reproducido la hipocresía y el esconder la crítica tanto a los otros como a sí mismo. Al final considera que el trauma procede de ahí, de la desatención, de la hipocresía de hacer creer que nada ha sucedido o no ha sido tan grave, de la desautorización de uno mismo. Hasta el punto de defender que si la madre está presente con comprensión y ternura, un trauma no tiene porqué ser traumático.

Podéis acercaros a los post que he escrito sobre intersubjetivismo, porque las ideas de Ferenczi no pueden estar ya más cerca de lo que los autores intersubjetivistas están planteando. Es el apoyo, la contención, la comprensión lo que puede hacer que algo que sucede en la vida sea o no traumático en el futuro. Son las relaciones crueles las que crean traumas que perduran en el tiempo y en las acciones de los pacientes de Ferenczi.

Esta forma de ver al paciente y su problemática le dejó fuera de la historia del psicoanálisis para siempre, pero paradójicamente le incluyó entre los grandes precursores de las ideas que mueven al psicoanálisis en la actualidad. Creo que eso le convierte en un revolucionario.

Una última cosa antes de dejar de hablar de Ferenczi, sin duda es necesario dedicar otro post a “Confusión de lengua entre los adultos y el niño” escrito en 1932, que se convierte en el culmen de todo lo anterior.

*Podéis encontrar más información en los siguientes artículos de la bibliografía de Sandor Ferenczi:

  • Prolongaciones de la técnica activa en psicoanálisis 1920, congreso de la Haya, Ferenczi.
  • Elasticidad de la técnica psicoanalítica (1927)
  • Progresos de la técnica analítica 1930. Principio de relajación y neocatarsis.
  • Análisis de niños con los adultos (1931)
  • Confusión de lengua entre los adultos y el niño (1932)

Espero que te haya servido de ayuda este post.

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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.

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