Aprende a ser un mejor psicólogo gracias a Sandor Ferenczi
El psicoanalista incomprendido
No pretendo reducir la obra de Ferenczi a un par de post, eso sería como tratar de contener el océano en un vaso, es imposible. Pretendo que leáis su obra completa (o al menos sus escritos desde 1920), sé que es mucho pretender, pero soñar es gratis. Escribí una reseña biográfica sobre él hace algún tiempo, os recomiendo comenzar por ahí, es importante comprender la vida de un autor para poder acercarse a sus ideas, es una buena forma de ver a través de sus ojos, de plantearse porqué se centró en lo que se centró.
Porque al final a Ferenczi le llegaban los casos con los que otros terapeutas de la época se daban por vencidos, acababan en sus manos aquellos que no cabían en las estrecheces de un modelo demasiado rígido para las formas tan flexibles y caóticas que tiene el ser humano de padecer. Creo que estas líneas explican muy bien porqué se salió de la línea marcada, era necesario, no podía llegar a los pacientes que se presentaban ante él por los caminos ya transitados por otros. Admiro su tesón, admiro su humildad y sus dudas, que tan bien refleja en su Diario clínico, y la forma de hacerse cargo del dolor de otros, incluso cuando él es quien lo provoca. Admiro su deseo de innovar y el hecho de no rendirse hasta su muerte, con todos en su contra y tristemente relegado al olvido, considerado casi un loco. Resucitarle es nuestro deber, porque sus intuiciones eran certeras, porque su disensión es hoy la nuestra, y porque, en la sombra, sus ideas han movido al psicoanálisis de forma no reconocida, pero patente.
En la conferencia pronunciada en la Asociación Psicoanalítica de Viena, con motivo del sesenta y cinco cumpleaños de Freud titulada «Análisis de niños con adultos» expresa su particular visión, de esta forma:
“No puedo pretender ni siquiera que el propio Freud esté de acuerdo con todo lo que publico. No ha evitado sus críticas cuando le he pedido su parecer. Pero en seguida ha añadido que el futuro podría darme la razón en algunos aspectos, y ni él ni yo hemos pensado en interrumpir nuestra colaboración a causa de estas diferencias relativas al método y a la teoría…”
Sabía que su punto de vista sobre la psicoterapia no era el punto de vista de todos, sin embargo lo siguió manteniendo. Eso sí, en algunas de sus obras la osadía de las nuevas ideas se ve contrarrestada por un artículo posterior en el que “ajusta” lo que ha dicho convirtiéndolo en una excepción, tal y como sucede con la aplicación de la técnica activa en sus inicios. Pero conforme recorremos su obra nos damos cuenta de que lo que en principio asoman como excepciones se van a convertir poco a poco en su forma de ver el proceso terapéutico, en una vuelta al trauma intersubjetivo y en un remarcar la necesidad de una actitud del analista muy distinta a la que se daba en ese momento, para poder ayudar realmente al paciente. La relación real paciente-analista crece, se diversifica y toma importancia con las aportaciones de Ferenczi.
Avancemos hasta las ideas fundamentales del autor
Las ideas fundamentales de Ferenczi tienen que ver a mi juicio con estos grandes temas:
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¿Qué actitud debe tener un buen psicólogo?
La actitud del analista como alguien que está por encima de todo, actitud narcisista lo llama Ferenczi, genera que el paciente sólo ponga sobre la mesa aquello que engrandece aún más la personalidad del terapeuta, pero siente temor de indicar cualquier cosa que pudiera resultar negativa para él. “La modestia del analista no es una actitud aprendida, sino más bien la expresión de la aceptación de los límites de nuestro saber”. Esta frase de Ferenczi resume bien lo que quería transmitir.
En los primeros años del psicoanálisis la actitud distante del analista fue la fórmula que se encontró para evitar influir en el paciente. Hoy por hoy sabemos que el investigador influye en el objeto de estudio irremediablemente. Ferenczi fue uno de los primeros en querer modular esa actitud, se dio cuenta de que sus pacientes le acusaban de frialdad y que esto les afectaba, por otro lado es un fiel defensor de no abusar del peso de la autoridad. Claro, la autoridad que un médico tenía en la época de Freud y Ferenczi era realmente relevante, la importancia del concepto “autoridad” en nuestra época es muy distinta. Esa forma de comportarse fría y autoritaria genera, según el autor, fuertes resistencias en los pacientes, que les impiden avanzar en el proceso.
Finalmente dentro de esa nueva actitud está la superación de la hipocresía profesional, los analistas piden a los pacientes que transmitan en su consulta todo lo que son. Pero el analista a su vez, se mantiene en una distancia y en un silencio que hace sentir al paciente tratado con la misma condescendencia con la que puede que haya sido tratado toda su vida.
La actitud clásica no protege al paciente de nuestra influencia, le deja abandonado a su suerte. El autor fue uno de los primeros en valorar una actitud afectiva, cálida y de bienvenida, algo que hoy nos puede parecer sencillo, pero que en su momento, le costó ser apartado y relegado al olvido.
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¿Cómo se forja un vínculo sólido con el paciente?
Esta nueva actitud está simplemente tendiendo la mano a la otra persona, abriendo la puerta para ver al paciente como alguien que también está ahí. No hay un tú y un yo, hay un nosotros. Está claro que no cree que sea necesario dejar la humanidad fuera, sino que vamos a desempeñar muchos roles en función del caso y debemos hacerlo en su justo momento.
En primer lugar va hablar de tacto, o la capacidad de sentir con, ser capaces de ponernos en la piel del paciente para poder discernir qué debemos decir, cuándo, cuánto y por supuesto qué no debemos decir. Esta actitud puede dar lugar a la impresión de bondad por parte del paciente, para él es algo ético, una actitud que todos querríamos si estuviéramos en esa situación. Sin embargo la comprensión y el proceso terapéutico van más allá de la actitud, no podemos actuar exclusivamente desde la emoción momentánea que nos genera el paciente, pero sí debemos tenerla en cuenta.
Considera que las manifestaciones de incredulidad o rechazo en los pacientes deben ser afrontadas directamente, así como permitir que el paciente libre su batalla unilateral si así lo necesita, mostrando nosotros paciencia, tarde o temprano esta batalla terminará y sólo así sobreviviremos. En un mundo, el del paciente, en el que habitualmente los adultos han fallado de las formas más diversas, existe en él la expectativa de que nosotros también nos comportaremos de esa misma forma. La paciencia y la aceptación son las únicas herramientas con las que contamos para demostrar que nosotros vamos a tratar de hacerlo de una manera diferente.
El vínculo como elemento central en Ferenczi puede verse en su preocupación por la capacidad de sentir con, y el papel central que da a la sintonía en la prevención de las consecuencias del trauma. Sentir con, para el autor tiene que ver con el desarrollo de la capacidad de empatía con el paciente, ser capaces de comprender al paciente desde el paciente, desde la forma que él tiene de sentir y de ver el mundo. Esta comprensión ampliada, más allá de las fórmulas teóricas de su tiempo, es sorprendente y atrevida.
También puede verse en su deseo de no repetir las mismas estructuras que la familia de origen tuvo con los pacientes, el mismo trato, la misma forma de hacer. Si no hacemos esto, conseguimos que el paciente pueda poner en práctica una nueva forma de comportarse. Y esto, según el autor, borra además el miedo a la repetición, el miedo a volver a ser tratado de esa forma por los otros, modifica nuestras expectativas.
Finalmente el autor considera que aumentar la confianza en sesión puede conseguirse a través de hablar de los errores que cometemos dentro del tratamiento, resolverlos y permitir la expresión de críticas por parte del paciente. Alimentando una relación honesta, en la que el analista no es un superhéroe, sino una persona de carne y hueso con sus limitaciones también. Esta honestidad y esta forma de trabajar son muy cercanas a las ideas que autores contemporáneos defienden y emplean en sus consultas.
*Podéis encontrar más información en los siguientes artículos de la bibliografía de Sandor Ferenczi:
- Prolongaciones de la técnica activa en psicoanálisis (1920, congreso de la Haya).
- Perspectivas del psicoanálisis (escrita en 1924 en colaboración con Rank).
- Contraindicaciones de la técnica activa (1926).
- Elasticidad de la técnica psicoanalítica (1927).
Espero que te haya servido de ayuda este post.
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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.
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