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¿Cómo construimos nuestra personalidad según Stephen Mitchell?

A la hora de hablar de personalidad en los seres humanos debemos tener clara una única idea, la personalidad no es algo que se posee, sino algo que se construye, algo que se hace.

El concepto de la matriz relacional es prototípico de los teóricos del psicoanálisis relacional y de Stephen Mitchell en particular, es la derivación lógica de la modificación del concepto de mente de la que os hablaba en el post anterior. La mente como tal procede de la matriz cultural en la que la persona se encuentra inserta, no existe un contenido anterior e independiente a la experiencia social. Al mismo tiempo debemos tener en cuenta el papel de lo fisiológico y lo genético, la investigación en primera infancia, en la que no voy a detenerme, revela datos que nos llevan a la conclusión de que las relaciones no proceden totalmente del exterior, como el hecho de que los bebés prefieren lo humano sobre cualquier tipo de estímulo, venimos con preferencia por lo propiamente humano.

Stephen Mitchell plantea tres posibles explicaciones sobre la razón por la que empleamos la relación con los otros humanos para construirnos.

                                                                               1. La naturaleza intrínseca de las relaciones.

                                                                               2. Nos relacionamos a propósito.

                                                                               3. Nos relacionamos por implicación.

En palabras de Mitchell:

«El modelo relacional se basa en la premisa de que los esquemas repetitivos de la experiencia humana no se derivan de la búsqueda de la gratificación de presiones y placeres inherentes, sino de una tendencia general a conservar la continuidad, las conexiones y la familiaridad del mundo personal e interactivo. Existe una poderosa necesidad de conservar el sentimiento duradero de uno mismo relacionado con una matriz de otras personas y con referencia a ellas, en términos de transacciones reales y de presencias internas. Las configuraciones relacionales básicas tienen tres dimensiones, el self, el otro y el espacio entre ambos; están entrelazadas sutilmente y tejen tanto la experiencia subjetiva del analizando como su mundo psicológico».

Esta cita ha sido extraída de Conceptos relacionales en psicoanálisis una obra de Mitchell.

De tal forma que quienes se centran en la naturaleza intrínseca de las relaciones nos ayudan a enfocar el espacio que existe entre el self y el otro, quienes lo hacen en la intención nos permiten acercarnos al objeto y los que hablan de la implicación nos ayudan a comprender el self.

Es propio del estilo de Mitchell tener en consideración las diferentes aportaciones de los autores, considerar relevantes sus ideas y tratar de integrarlas en un modelo que, a través de la mayor perspectiva, ayude a considerar más los elementos comunes entre las teorías que sus abismos. Esto le convierte en un autor valioso y en un ejemplo para nuestros contemporáneos, en esta profesión, como en otras muchas, a veces las luchas de poder o la consideración personal nos aleja de nuestro verdadero cometido, que es aunar esfuerzos para ayudar a otras personas.

Ahora me gustaría dar algunas pinceladas sobre las tres posibles explicaciones que plantea y también algunos autores representativos en estas tres vertientes de la realidad humana.

Por naturaleza intrínseca de las relaciones se refiere a aquellos autores que consideran que nos relacionamos porque así estamos programados, es la búsqueda del contacto por el contacto, estamos programados para ser sociales. La teoría del apego de Bowlby, el estudio de las regulaciones emocionales entre madre e hijo de Stern e incluso las necesidades de Sullivan serían ejemplos de autores que comparten este principio.

La relación a propósito implica el deseo y la necesidad de relacionarnos con otros, nos relacionamos porque deseamos hacerlo, porque deseamos tener un vínculo con el otro, aprendemos la forma concreta en que se mantiene contacto dentro de nuestra familia de origen y la mantenemos durante toda nuestra vida en los diferentes contextos. Fairbain y su búsqueda innata del objeto sería un buen ejemplo. 

El tema de la implicación supone una vuelta de tuerca más, necesitamos la relación para desarrollar nuestro propio sentido del self, establecer y conservar nuestra identidad sería lo que nos lleva a relacionarnos con otros, nuestra conciencia es un flujo continuo y los otros nos sirven de puntos de referencia, una manera de organizar el caos de nuestra experiencia. El niño se conoce y organiza su experiencia viéndose en los ojos de la madre. Winnicott y Kohut son los dos teóricos de referencia en esta idea o la necesidad de sintonía de los intersubjetivistas.

Considera el autor que las diferentes teorías son ángulos distintos desde los que mirar la misma escena, se centra en la complementariedad y no en las diferencias. 

 

Espero que te haya servido de ayuda este post.

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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.

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