Terapia, Lenguaje y Sueño. Percepción

Percepción del mundo, percepción del paciente

Estoy leyendo una de mis joyas de la corona, Terapia, Lenguaje y Sueño de Luis Cencillo de Pineda, su obra pensada y escrita hace tanto tiempo, este libro es de 1973, encaja perfectamente con la visión de la psicoterapia más actual y con los nuevos descubrimientos en los que se basa el Psicoanálisis Relacional. El nexo entre la Psicodialysis de Cencillo y el Psicoanálisis Relacional es patente como nos cuenta Raimundo Guerra en el capítulo que le dedica en su libro Psicoterapia Psicoanalítica: nuevos caminos para el avance de un método.

El segundo capítulo del libro de Cencillo: Momento de la relación cognoscitiva hombre-realidad, explica con todo detalle cómo percibimos los seres humanos y todo lo implicado, este post es un esbozo de ese capítulo, esperando que os ayude a abrir boca y os anime a comprar el libro. Por otro lado termino con una serie de reflexiones que espero que os sean de utilidad.

La percepción que, como humanos, hacemos del mundo que nos rodea no es tan directa ni clara como puede parecer, no es simplemente la información que entra a través de nuestros sentidos y llega hasta nuestro cerebro. Para todos de la misma forma, todos de la misma manera. Comprender todo lo que implica el proceso perceptivo, significa ser capaz de ofrecer una mejor ayuda a nuestros pacientes.

En ningún caso la percepción de un hecho es algo simplemente estético, en el sentido de puramente sensorial. Al percibir nos encontramos con que se produce al mismo tiempo la influencia del significado que, social y personalmente, le damos a eso que percibimos. Por supuesto eso moviliza una serie de emocionesen nosotros en función de la vida que hemos tenido y nuestros propios recuerdos. La implicación práctica en un suceso también va a ser un elemento determinante, que sea algo que nos sucede a nosotros afecta y es percibido de una forma, mientras que si lo observamos pero no participamos directamente, la percepción puede verse modificada. Al hablar de percepción solemos quedarnos en la primera parte de algo puramente sensorial, sin tener en cuenta que los seres humanos somos complejos y que todo lo anterior se da al mismo tiempo; lo que convierte al fenómeno perceptivo en algo mucho más complicado, en algo que va más allá de la percepción del color o del movimiento.

A partir de aquí, si lo percibido se formaliza, se van a dar dos tipos de movilizaciones, de objeto y de sujeto. Las primeras tienen que ver con elcontexto, la estructura y la función, lo percibido depende de la visión que yo tengo de ello, es decir, de la información concreta de la que yo dispongo; por otro lado de los elementos propios que componen lo percibido y al mismo tiempo de la función, cómo funciona prácticamente eso que percibimos y qué repercusiones tiene.

Las movilizaciones de sujeto por otro lado tienen más que ver con la percepción en función de quienes somos y desde aquello que concretamente hemos vivido. Además de eso, la percepción no es estática en el presente, el pasado está pero también está, en esa percepción, el futuro. El ser humano es considerado por Cencillo, en parte gracias a la influencia que el pensamiento de Heidegger tuvo en él, como un ser que se encuentra en un constante salto desde el presente hacia el futuro, las implicaciones en la percepción de la realidad son claras, estamos en constante construir quienes somos y lo que hacemos, planeando constantemente líneas de acción y considerando posibilidades que se pierden en un tiempo que aún no ha llegado. En palabras de Cencillo “el ser humano no es solamente lo que de presente –y en cuanto lanzado por el pasado- ya está siendo, sino también lo que está pudiendo llegar a ser y que todavía no es…”.

Esta concepción suya de un ser humano en permanente construcción desde lo que es, lo que ha sido y las posibilidades que tiene van a marcar su forma de comprender la psicoterapia, que al fin y al cabo no es otra cosa que uno modo diferente de percibir las realidades y de relacionarnos con ellas.

Cuando trabajamos con pacientes la forma que ellos tienen de ver lo que les está rodeando en este momento no es algo plano y lineal, todo lo anterior se da a la vez. Lo observado nos produce emociones que forman parte de nuestra historia personal, nos sugiere significados, varía si nos encontramos implicados, depende de la información que manejamos de lo observado…

Al observar al otro como psicoanalistas, todo esto se pone en marcha desde quienes somos, desde quienes hemos sido, y todo al mismo tiempo, nuestra observación del otro no es clara y cristalina, debemos tenerlo en cuenta, para que trabaje a nuestro favor y no en nuestra contra.

Por otro lado no es sólo que debamos respetar al otro como otro con sus particularidades, como dice Levenson en el Réquiem, es que el otro es y ve lo que ve desde quien es, no se trata de respetar la anomalía, sino de comprender que el otro tiene su propia visión de la realidad cuya validez procede de quien es, de lo que ha sido y de aquello que le ha ayudado a sobrevivir, en la mayoría de los casos. Sólo partiendo de esto podemos construir un espacio en el que podamos encontrarnos. Mi visión como analista no es la más válida ni la más adecuada, es una visión que pretende ayudar al otro, pero para ello se ha de construir desde el paciente, desde sus vivencias, y desde su forma de enfocar y filtrar la realidad. Y es que, como pacientes, acudimos a tratamiento para comprendernos mejor y para comprender y mejorar nuestras relaciones con el mundo que nos rodea, y eso no pasa por una especie de adoctrinamiento del terapeuta bajo su visión, sino más bien como un trabajo conjunto y en permanente proceso de negociación.