Los cuatro puntos esenciales en la relación con el narcisista traumatizante
Después de escribir el artículo anterior me quedé con ganas de explicar la peor versión del narcisismo, se ha llamado de muchas formas, pero es el concepto de Daniel Shaw el que me gustaría compartir hoy, él lo llama narcisismo traumático. En este artículo me voy a centrar en los cuatro puntos que él considera esenciales en la forma en la que se relaciona un narcisista traumatizante. Este autor se centra sobre todo en el resultado del narcisismo traumático, en padres con este problema que crían hijos y en las consecuencias que estos hijos enfrentan en su vida. En su libro que lleva el mismo nombre, desentraña las aportaciones del psicoanálisis relacional a este concepto y lo relaciona también con las sectas y los grupos liderados por gurús. En parte porque él perteneció a uno de esos grupos y fue sólo cuando consiguió salir de él, que se dio cuenta de que era un culto y las características que tanto la líder cómo los seguidores tenían.
Una de las ideas que expresa en relación a esto de las sectas y que más llamó mi atención es lo que pasa después, cómo lidiar con tu propia participación, cómo «te has dejado» hacer algo así, por la necesidad y el deseo de ser querido y aceptado, renunciando a tus valores y a lo más propio, a cambio de esa pertenencia y esa aceptación. El dolor que se debe sentir cuando por fin logras salir de eso, debe ser indescriptible, porque la realidad es que lo puedes acabar perdiendo todo en ese proceso. Rehacer tu vida desde ahí, seguro será un proceso muy complejo.
Volviendo al narcisismo traumático, el autor habla de cuatro puntos que resumen cómo se relaciona un narcisista traumatizante con su hijo, pero también con todo el que se ponga por delante. Lógicamente un hijo se encuentra indefenso ante lo que el progenitor puede o sabe hacer y sólo puede tratar de adaptarse lo mejor posible para ser aceptado y querido.
1. Trauma intergeneracional. El progenitor narcisista traumatizante suele haber tenido progenitores con este mismo problema a su vez, así que no pueden enseñar a sus hijos nada que ellos no han aprendido. Esto se ve muy bien en las acciones, es difícil que puedas enseñar a alguien a escribir si tú no sabes; pero lo emocional funciona de la misma forma, si yo no se lidiar con mis propias emociones, es imposible que pueda lidiar con las de mis hijos, ni que pueda ayudarles a lidiar con ellas. En este caso, no son capaces de manejar sus propias necesidades, su propia dependencia, este tipo de emociones son consideradas vulnerabilidades ante las que erige fuertes defensas porque le generan vergüenza. Así que cuando el niño se muestra vulnerable, necesitado y dependiente, lo único que va a poder recibir es rechazo, acaba por percibir la dependencia como vergonzosa y la rueda vuelve a girar.
2. Infalibilidad y legitimación delirantes. Seguramente esta es una de las características que generan mayor dificultad en la terapia con este tipo de pacientes. Están convencidos hasta el delirio de estar siempre en lo correcto, su obsesión es sentirse infalibles, autosuficientes, todo el que no reconoce su superioridad es simplemente apartado y reconocido como inferior. No pueden conectar con elementos normales que nos caracterizan a todos los humanos: la inferioridad, la insuficiencia, la impotencia o la dependencia; reconocerlos le generaría una vergüenza que acabaría por desestabilizar su self. Al trabajar con este tipo de pacientes debemos ser muy conscientes de que por muy extremas que estas tendencias puedan parecer, no podemos simplemente confrontarlos con esto. El autor habla de delirante y cualquiera que haya trabajado con un caso de este tipo sabe que funciona como una idea delirante y seguramente lo sea. De nada sirve decirle al paciente que está equivocado, el trabajo debe ser mucho más profundo y apegado a las emociones y a las experiencia de su vida.
3. Externalización de la vergüenza y en general de todo lo considerado negativo. La sensación de dependencia y vergüenza que generan todo este malestar se externalizan, así no tienen que sentir vergüenza. Son siempre los otros percibidos como vulnerables y dependientes, es uno de los motivos por el que acaban explotando a los que les rodean, parece como si obtuvieran su energía de los demás, usándoles como receptores de lo que nos les gusta de sí. Pero sin darse cuenta, se convierten en dependientes del otro, al que necesitan para poder descargar lo que no pueden manejar de sí mismos. Suele ser la razón por la que tienden a elegir parejas a las que pueden manejar y manipular y cuando tienen hijos, éstos están a merced de ellos y serán los depositarios de todo lo malo. Los hijos necesitan ese amor y esa aceptación, así que se identificarán con todo eso que el progenitor les deja caer.
4. La subjetividad del otro es suprimida. El hijo es visto como necesitado, dependiente y egoísta por el simple hecho de ser un niño, por expresar las necesidades normales que cualquier niño tiene. Pero al mismo tiempo no puede soportar que el hijo sea mejor en nada que él, nunca sentirá orgullo por el hijo, da igual lo que el hijo haga o sea. La necesidad será asociada a la vergüenza y al malestar, mientras que la independencia y tener iniciativa será identificado con el rechazo y el abandono. Estos hijos se van a pasar la vida tratando de ser reconocidos y de reconocerse, tratando de no ser objeto del otro, sin posibilidad de construir una imagen de sí y un sentido del self coherente y propio.
Como explicaba en el artículo anterior, al hijo en esta situación sólo le quedan unas pocas opciones, las dos principales son: convertirse en el progenitor negando cualquier necesidad, dependencia o vulnerabilidad y afeándoselas a los demás, sintiéndose siempre por encima y con un terror delirante a estar por debajo. O bien, mantenerse eternamente por debajo buscando siempre figuras de autoridad que les digan qué hacer porque ellos mismos carecen de un self suficientemente integrado y propio para tomar sus propias decisiones y existir por sí. Manteniéndose en relaciones que le van a seguir impidiendo construirse y reconstruirse.
Me sigue resultando increíble que alguien pueda decir que la crianza no es importante y que las relaciones con las figuras de referencia no constituyen quiénes somos y que daría igual si alguien se cría con un progenitor con estas características o con alguien totalmente diferente que te ve, te ayuda, se alegra por ti, te respeta y te quiere. Que los pacientes que están en esta situación vean cuál ha sido la contribución de su crianza en quiénes son, es esencial. No para romper con su familia o para que les odien, sino para que puedan saber con qué piezas han contado para construirse y para que podamos desarrollar piezas nuevas juntos, para que se vean como personas con valor, para que vean que no hay ninguna debilidad en la necesidad. Los humanos hemos sido y seremos siempre interdependientes y eso no es nada de lo que avergonzarse es lo que nos ha hecho evolucionar como especie.
La imagen superior es una obra de la artista Ana Teresa Barboza
Espero que te haya servido de ayuda este post.
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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.
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