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¿Soy sólo lo que recuerdo?

El papel de la investigación sobre la memoria en la comprensión del inconsciente.

El origen del psicoanálisis y de otras formas de psicoterapia está siempre en el mismo lugar, el deseo de comprender la psicopatología y el de encontrar el camino de vuelta a la salud mental. Muchos son los que han  propuesto y siguen proponiendo formas de comprender cómo se gesta, se altera y se “repara” nuestra mente.

Actualmente la forma en que trabajamos se nutre de los descubrimientos que se producen en diversas áreas, los descubrimientos en materia de memoria son un ejemplo claro del enriquecimiento que estamos obteniendo.

En primer lugar podemos dividir a la memoria en memoria de corta duración y memoria de larga duración, podemos decir que la primera es una memoria de contacto con el exterior y de trabajo con él, mientras que la segunda es el almacén en el que se encuentran todos aquellos datos que hemos ido recopilando a lo largo de todo el tiempo que hemos vivido. Aunque esto no quiere decir que los guardemos de la misma forma en que los hemos aprendido y que sean estáticos, la información posterior modifica nuestros recuerdos.

La memoria de corta duración se divide en:

– Memoria icónica, se relaciona con el tiempo de activación de las áreas que corresponden a la percepción. Cuando un estímulo externo nos afecta, esa activación es la necesaria para poder desencadenar el proceso de percepción, para que ese estímulo sea procesado.

– Memoria de trabajo, es el espacio que necesitamos para poder manejar la información que nos rodea y trabajar con ella, no sólo se nutre de aquello que nos está rodeando en un momento dado, sino que tiene acceso a la información alojada en la memoria de larga duración.

La memoria de larga duración se divide en memoria explícita y memoria implícita, la diferencia entre ambas radica en la forma de expresar y en la forma de recuperar los contenidos, si media la conciencia, hablamos de memoria explícita y si no lo hace, de memoria implícita.

La memoria explícita se divide en dos:

– Memoria semántica: es el conocimiento sobre el mundo que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida, es un aprendizaje más humano que personal.

– Memoria episódica: este tipo de memoria recoge nuestros recuerdos, nuestra experiencia de nuestro propio mundo.

La memoria implícita puede dividirse en:

– Memoria de forma nos ayuda a reconocer los elementos necesarios para el lenguaje, por ejemplo, como las palabras.

– Memoria emocional, expresamos el contenido que está dentro de esta memoria siempre en la acción, no es un recuerdo de una emoción que vivimos en el pasado y que ahora transmitimos con palabras a otra persona. Sino que se trata de la reacción emocional automática que quedó fijada a través de una experiencia en el pasado, volvernos a poner en esa situación dispara la experiencia emocional.

– Memoria de procedimiento. Se trata del conocimiento de las habilidades e incluye al condicionamiento clásico y a la forma en que nos relacionamos con otras personas. Las habilidades nacen en la acción y mueren también en ella, podemos explicar a alguien cómo hacer algo, con palabras, pero al final sólo conseguirá tocar el piano si se sienta delante de  uno y practica.

Lo interesante para la psicoterapia de la memoria de procedimiento es el descubrimiento de que nuestros patrones de relación pertenecen a una parte de nuestra memoria a la que no se puede acceder con palabras. Simplemente porque la forma en la que nos relacionamos con otros no es explícita, no es algo que podamos explicar con palabras porque no se nos enseñó a través de las palabras sino a través de la acción.

¿A qué me refiero con eso de la acción? Fácil, las primeras y fundamentales relaciones que mantuvimos en nuestra vida son el molde, las diferentes formas en que se relacionaron con nosotros desde nuestra infancia, han ido configurando una serie de patrones que ponemos en marcha cuando estamos con otras personas. No lo puedes explicar porque no ha sido guardado a través de las palabras, sólo puedes saber cómo te relacionas con otros, cuando lo haces, sólo ahí aparece.

Esta nueva información arroja luz sobre nuestro inconsciente, existe lo inconsciente clásico que tiene que ver con experiencias de nuestra vida que hemos apartado de nuestra mente porque preferimos no recordarlas, porque nos hacen daño, o porque simplemente no podemos con ellas. Se le ha llamado inconsciente dinámico o reprimido, haciendo alusión a que hay ciertos contenidos que en su momento vivimos y ahora decidimos relegar al “olvido”. Es el inconsciente de Freud.

Ahora podemos hablar también de lo que muchos autores han denominado inconsciente procedimental, la diferencia fundamental es evidente, aquí hablamos de configuraciones relacionales que se gestan en las primeras relaciones. Es un tipo de información implícita, la única forma de contemplar la manera particular que tenemos de relacionarnos con las otras personas es a través de la acción, estando con otros; y es algo automático, se pone en marcha sin más, sin necesidad de pensar en ello.

Finalmente esto nos lleva a comprender cómo hay información sobre nosotros mismos que puede sernos accesible mediante el tratamiento, aunque nosotros mismos la hayamos relegado al olvido. Pero hay otro tipo de información, que tiene que ver con cómo establecemos relaciones con otros, para cuyo cambio necesitamos establecer una relación con alguien que permita a nuestros patrones desplegarse y que sepa ayudarnos con aquellos que sean problemáticos.

Espero que te haya servido de ayuda este post.

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Lorena Parra. Psicóloga Valencia.

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